A pesar de los consejos de los dermatólogos, broncearse es una de las prioridades de belleza del verano. Pero no ha sido así siempre. Hasta el comienzo del turismo masivo, en veraneos de caseta de playa y balneario las damas de la nobleza protegían su rostro bajo sombrillas. Blanco era sinónimo de belleza y pureza, de delicada y exquisita palidez.
 
Ya en mitad del siglo XX, los cuerpos íntegros  al sol ponen de moda el bronceado, bueno, al principio, el rojo vivo, y más tarde, ya con más grados de protección y prudencia, el moreno. La tendencia: cuanto más mejor.
 
Se suele aceptar que en la moda está lo bonito, lo atractivo, lo moderno. Pero, ¿Es siempre así? ¿Y en el caso de la obsesión por tomar el sol? Le hemos preguntado al experto en belleza facial de Clínicas Dorsia, Sergio Fernández y hemos obtenido las siguientes conclusiones:
  1. El bronceado no es una excepción de la gran regla: no sienta bien en todos los rostros.  Así, cuando una piel se broncea, asegura el médico estético, puede empequeñecer ciertos rasgos de la cara, por tanto puede provocar un efecto poco favorecedor. Sin embargo en otros casos puede ayudar a “camuflar” defectos que serían más evidentes con una piel menos bronceada.
  2. Los ojos se empequeñecen con el bronceado, así que en rostros donde son oscuros y no muy grandes, no conviene tomar mucho el sol, porque se pierde expresividad y fuerza en el conjunto. Si son claros, siempre se destacan más, aunque, también armonizan mejor con la luminosidad de un rostro claro.
  3. En una cara morena se disimulan bien las proyecciones de nariz y mentón, es decir, una nariz que sea afilada, que tenga un tabique nasal prominente o una punta muy respingona. El mentón, por su parte, sería grande y prominente.
  4. Los bronceados artificiales no favorecen en general en la cara, puesto que, según el doctor, aportan un tono anaranjado, nada natural. Lo mismo ocurre con las cremas protectoras, de las que recomienda huir si llevan color. Fernández recomienda las cremas bronceadoras, que no pigmentan, no tiñen, pero sí protegen.
  5. El peeling y los tratamientos de luz pulsada son enemigos del rostro bronceado, puesto que pueden tener efectos no deseados. Desde Dorsia se recomiendan los tratamientos dérmicos mediante antioxidantes y ácido hialurónico, como Shiny Face y Beauty Cocktail. El primero combina tres sesiones de carboxiterapia y tres de jalupro para aportar luminosidad y factores de rejuvenecimiento. Beauty Cocktail consta de una única sesión en la que se infiltra un mix multivitamínico a base de silicio, vitaminas y plasma.
 
Por último,  el experto recomienda cosmética básica, cuidados hidratantes intensos y nos deja un pequeño truco: emplear a diario serums de vitamina C.